Cada estudiante planifica lo que tiene que hacer de forma diferente. Unos prefieren dejarlo todo para el final y actúan en el último instante. Otros, en cambio, se toman mucho margen de tiempo y planifican temas más relevantes. Todo el mundo necesita tiempo para estudiar, para trabajar, para la vida social, para el descanso, el relax, los deportes, etc.
El tiempo es un bien muy valioso que hay que aprovechar al máximo si quieres conseguir buenos resultados en un aprendizaje.
El estudio es efectivo cuando se dispone de espacio y de tiempo, y los recursos se hallan organizados correctamente. Si se encuentran dificultades para ponerse a estudiar, es porque probablemente no se dispone de las mejores condiciones para ello. Uno de los mayores obstáculos de un aprendizaje bien hecho tiene que ver con un mal aprovechamiento del tiempo.
Un paso importante para empezar a organizarse y aprovechar bien el tiempo es saber que hay que hacer y cuándo hacerlo. Lo primero es establecer las metas y los objetivos; cuando están claros, el trabajo es más efectivo. En primer lugar, es necesario identificar las tareas necesarias para alcanzar los objetivos propuestos. El paso siguiente es determinar cuánto tiempo se necesita para llavar a cabo cada tarea.
Ante un aprendizaje se pueden establecer tres tipos de metas:
- A largo plazo: Son las metas que el alumno establece a años vista. Por ejemplo, al terminar los estudios. Alcanzar estas metas supone plantearse otras más cercanas, de medio plazo.
- A medio plazo: Pueden referirse al cumplimineto de todas las exigencias del curso actual en lo referente a trabajos, evaluaciones, etc.
- A corto plazo: Tienen un alcance más inmediato: serían los objetivos a una semana vista o del día a día. Son las que impiden o posibilitan llegar a otras metas de mayor alcance. El cumplimiento de un horario diario y semanal sobre lo que hay que hacer es la mejor garantía de consecución de otras metas importantes.
Todas éstas metas son complementarias, ya que las que son a largo plazo se alcanzan siempre y cuando se hayan superado antes otras de medio plazo; lo mismo sucede con éstas últimas: es difícil lograr metas a medio plazo si no se han planteado otras a corto plazo, que muchas veces son los objetivos de día a día.
Cada estudiante debe encontrar un equilibrio en la asignación de tiempos para cada actividad. Si lo consigue, adoptará una actitud positiva hacia la planificación del tiempo y conseguirá tiempo para todo.
Todos los días hay que procurar hacer algo agradable y algo que se relacione con el estudio, para que se produzca un equilibrio entre lo importante y urgente, y las actividades más relajantes y amenas. Sólo cada uno puede decidir que hacer y qué dejar de hacer, valorar que es lo más productivo y lo menos satisfactorio. La cuestión está en recoger información, valorarla y tomar decisiones.
Y tú, ¿cómo planificas tu tiempo?. Nos encantaría saberlo.
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